La Nacion: El auge de una terapia corta que resuelve crisis

Susana Ingrid Joski, de 52 años, madre de dos hijos, aseguró que el hecho de acudir a una terapia de counseling le cambió la vida, y reconoció sentir un profundo agradecimiento por esta disciplina, que propone una forma diferente de las psicoterapias tradicionales para superar situaciones puntuales de crisis.

“Ahora siento que vivo en un momento pleno”, contó Susana, quien se definió como una persona “común” que pasó por circunstancias difíciles. Acudió por primera vez a un consejero ( counselor ) hace tres años, poco tiempo después de haberse divorciado. “Ese –dijo– fue el primer motivo que me impulsó a recurrir al counseling, luego de reiteradas sesiones con un psicólogo que me buscaba la vuelta a todo y me hacía revisar continuamente mi pasado. Estaba en crisis.”

Tanto le apasionó a Susana descubrir esta profesión que decidió cursar la carrera, y ya terminó los dos primeros años en una de las veintidós instituciones donde en la actualidad se dictan cursos de esa disciplina, reconocidas oficialmente por el Ministerio de Educación.

En la Argentina el counseling está creciendo, pues muchas personas optan hoy por resolver sus conflictos en un lapso más breve y de forma no tradicional, en vez de acudir a un psicoterapeuta. Para Eduardo Blacher, ex presidente de la Asociación Argentina de Counselors (AAC), el counseling «es una profesión de ayuda que asiste a las personas en momentos de crisis y cambio». Según Ricardo Sotillos, director académico del Instituto Argentino de Consultores Psicológicos, «es una disciplina de ayuda interventiva y preventiva; el counselor realiza entrevistas con personas o grupos que viven un momento de desorientación o crisis».

El counseling nació como disciplina en los Estados Unidos y en Europa en los años 30. En 1987, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo recomendó como el método más apropiado de ayuda, de apoyo y de prevención, y en el exterior ya es moneda corriente.

La función del counselor fue ampliando en los últimos años sus áreas de trabajo, que se basa en la teoría del psicólogo estadounidense Carl Rogers, que se centra en la persona. El counselor Guillermo García Arias, director de Holos Capital, destacó que el 95% de las consultas psicológicas en los Estados Unidos son atendidas por counselors , «ya que se trata de personas sanas con conflictos; sólo el 5% se trata de patologías debidamente derivadas a psicólogos y psiquiatras».

Datos locales

En nuestro país, la disciplina fue introducida por el licenciado Andrés Sánchez Bodas, que en 1986 creó la Escuela Argentina de Counseling. En 1992, el Ministerio de Educación oficializó la carrera. En 2001 había alrededor de cinco instituciones oficiales; en la actualidad, hay veintidós.

«En el país, desde hace seis o siete años el counseling es un boom. La tendencia al crecimiento de esta disciplina es notable y aumenta cada vez más. Antes había que explicarle a la gente de qué se trataba -dijo Sánchez Bodas, que estudió Psicología en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y es director de Holos San Isidro y Epogé, Centro para el Desarrollo Humano-. Además, desde 2003 la cantidad de alumnos creció un 50%. La gente se dio cuenta de que era muy útil.»

En el país hay unos 6000 egresados y, según los expertos consultados, la cifra está en aumento. Sus objetivos son orientar, prevenir, ayudar a resolver conflictos y promover cambios para facilitar el desarrollo de las potencialidades y el crecimiento de quienes consultan. La empatía, la aceptación incondicional y la congruencia son las tres actitudes que Rogers consideró necesarias en los profesionales.

El counseling surgió como una herramienta dirigida a asistir a personas sanas que necesitan contención emocional en situaciones críticas. Según Sánchez Bodas, se diferencia de la psicoterapia tradicional por el modo como se trabaja: no se emite ningún tipo de juicio sobre los consultantes.

En el mismo sentido, Raquel Finkelstein, counselor y ex vicepresidenta de la AAC, opinó: «El counseling es un modo de acompañar a la persona y de escucharla, sin pretender interpretarla ni juzgarla». Para Blacher, «es una salida a la resolución de conflictos de una manera más rápida, y desde la autogestión. Es decir, son procesos breves y no terapias tradicionales, en las que se prioriza la situación inmediata más que el pasado del consultante».

La mayoría de los counselors son conscientes de sus limitaciones. La tarea principal tiene que ver con la escucha y el acompañamiento. «No atendemos psicopatologías porque no tenemos el conocimiento ni la formación para diagnosticar», señaló Blacher. Y aclaró: «Algunos dicen que es una carrera light , o que hacemos un uso indebido del título de psicólogo. Pero no somos ni pretendemos serlo.»

Sotillos enfatizó: «Los counselors tenemos el ojo bien entrenado para advertir cuándo estamos por tocar los límites. Es decir, cuándo el consultante tiene alguna psicopatología. Para los problemas de fondo, está el psicólogo». El licenciado Eugenio Pérez Soto, director del Centro Existencial de Logoterapia, destacó el rol orientador del counselor . «Debe tener la honestidad de derivar al psicólogo o al psiquiatra a personas con neurosis o a quienes no le encuentren sentido a la vida.»

El secreto del éxito

Según Ana Garzón, counselor , esta disciplina sirve como catarsis. «Se aplican técnicas que permiten trabajar el enojo y la angustia. Las emociones están a flor de piel. La persona está sana, pero se la ayuda a descubrir cómo resolver sus problemas», comentó.

En cuanto a cuál es la clave del éxito de la profesión, dijo: «Son procesos breves. Lo ideal es que la persona no tome al counselor como bastón, porque le costaría despegarse. Además, es más económico que otros abordajes».

Según Sotillos, las consultas más frecuentes son por la baja autoestima, los problemas de pareja, la violencia familiar y las adicciones; también las referidas al síndrome de nido vacío o a la falta de motivaciones. Finkelstein agregó: «Acuden por problemas existenciales, temores, duda, desorientación».

Sánchez Bodas comentó que un 70% de las consultas suelen ser por crisis matrimoniales y por problemas de vínculos. «El counseling toma a la persona desde la salud y no desde la enfermedad. La tarea es de escucha y de acompañamiento. No existe una técnica, porque cada persona es única y necesita un modo diferente para que lo acompañen», agregó Blacher.

Hoy en día, los counselors comienzan a hacerse notar en los más diversos ámbitos: hospitalario, comunitario, educacional y laboral, y están integrándose al trabajo interdisciplinario.

Carlos Mascherpa, profesor de portugués, enviudó en 1997. En 2003 consultó a un counselor porque no quería trabajar. «Mi primer motivo de consulta -recordó- estaba relacionado con lo laboral, pero también con la autoestima y lo afectivo». Gracias al counseling, contó, se siente seguro de mí mismo y puede hacer cosas que había considerado como imposibles de lograr.

Esta disciplina le brindó las herramientas necesarias para que él mismo encontrara la solución. Hoy, Carlos aspira a recibirse de counselor (empezó a estudiar la carrera, de 3 años, hace un año). Ansía poder trabajar ad honórem en hospitales o escuelas. «Tiene que ver con una necesidad personal y no económica», concluyó entusiasmado.

Por Julieta Bravo

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